lunes, 15 de febrero de 2010

La fuente viva



La fuente viva


¡Oh brisa! No dejes de acariciar con tus alas

la casa de mi amada. Y, al retorno, no dejes

de hablar de ella a su rendido amante.

En agradecimiento, hago votos porque, a tu paso,

recojas todos los perfumes de esta primavera.

¡Oh rosa! No te ocultes al pájaro del alba.

¡Toda mi esperanza, oh amada mía! depende

de una mirada tuya. No la rehuses

a este fiel amigo.

Fui un comensal de tu banquete cuando

te alzaste

semejante a la luna nueva. Ahora que brillas

igual que ella, en todo su esplendor,

no me niegues la claridad de tus ojos.

Tu poeta lleva el recuerdo tuyo

hasta el confín del mundo. No rehuses

este viático que implora.

Fuente viva es tu boca de rubí.

¡Habla ya, amada mía!

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