La barca
¡En el río del vino lancemos nuestra barca!
Ahoguemos el dolor en el alma del vino.
Por error, di la espalda a la calle de la taberna…
sé bondadosa y vuélveme al camino recto.
Traéme una copa de ese vino rosado,
perfumado de almizcle, y haz que flamee de celos
el corazón envidioso de la rosa.
Si estoy ebrio y soy malo se buena conmigo.
Compadécete de este corazón trastornado
de angustia.
Si quieres que luzca el Sol a medianoche
quita el velo a la hija de la viña,
la de rosadas mejillas.
No dejen que el día de mi muerte
me mezclen con la tierra. Házme
conducir a la taberna y que me acuesten
en un tonel.
Si el corazón de Shejim ¡oh bienamada!
pretendiera alejarse de ti,
préndelo con un bucle de tus cabellos.
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