En el centro del mundo
¡Oh, tú, de rostro esplendoroso que sabes
dar a la vida el color de la alegría, vuelve!
Sin las rosas de tus mejillas no habrá
ya primavera.
¿Te asombra que mis ojos derramen lágrimas?
Vivir sin ti ya no es vivir.
No le temo al mar de la muerte
en que todo se acaba. La rosa de tu boca
es el centro del mundo.
En los momentos breves en que es posible
la felicidad del amor, comprende bien
la lección del corazón ya que la de la vida
seguirá siendo oscura.
Ayer no hubo para mi ni una sola mirada.
Como ese ayer pasó mi bienamada, con la
mirada ausente
y muy lejos de mí.
¡Habla, Shejim! En el libro del mundo
esto que hoy escribes vencerá al olvido.
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